La filosofía del Área de Desarrollo Ucampus

Para mí, fallar tiene un valor casi pedagógico y uno de los elementos que se debe cuidar es no cometer los mismos errores una y otra vez. A partir de eso, se definió un paradigma en el equipo: “Ante un error, ya sea interno o externo, debemos preocuparnos de corregir el ‘ahora’ y el pensar en cómo evitar que vuelva a ocurrir”.

Hace unos días, durante una reunión, preguntaron si podía escribir un artículo sobre lo que hacemos en Desarrollo. Y decidí hablar desde algo que nos mueve mucho: la filosofía en Ucampus. Y es que nuestra forma de trabajo tiene una estrecha relación en cómo enfrentamos los problemas y estas se han transformado en prácticas que han marcado mi experiencia laboral e incluso personal.

Antes de continuar, veo necesario hacer un breve repaso sobre cómo todos llegamos al mundo laboral. Y es que desde la educación básica y media nos vemos enfrentados a un modelo de enseñanza bien definido: clases expositivas y, luego, una serie de evaluaciones. Estas pruebas pueden ser de distinto tipo, pero siempre se traduce a una nota. La reducción es clara: aprobado o reprobado, azul o rojo.

Si proseguimos, lo siguiente sería la PSU o PTU, repitiéndose la misma historia. Lo más trágico aquí es que una prueba decide tu futuro: Puedes optar por estudiar lo que deseas o te resignas a lo que te alcanzó.

Cuando entras a la universidad todas las asignaturas persiguen este mismo modelo de enseñanza. Esto hace que cargues con una mochila en donde fallar significa que no eres capaz. Finalmente, si te equivocas, repruebas.

Desde que comenzamos Ucampus, hubo un hábito que cambió mi perspectiva de trabajo —y de vida—, quebrando con el temor a fallar. La práctica que más aplico en el día a día en Ucampus es tener espacio para cometer errores y aprender de ellos.

Si bien para mí fallar tiene un valor casi pedagógico, uno de los elementos que se debe cuidar es no cometer los mismos errores una y otra vez. A partir de ahí, se definió un paradigma en el equipo:

Ambos elementos (el presente y el futuro) son importantes, se pueden llegar a mezclar en cierto grado y se pueden evaluar en distintos niveles. Un ejemplo sería cuando observamos que un dato de los estudiantes está siendo registrado de forma errada en la plataforma. Preocuparnos del “ahora” sería considerar a todos los afectados y corregir el dato, mientras que ocuparse del futuro sería buscar por qué se estaba registrando mal y tomar las acciones para que no vuelva a pasar.

Hay lugares en que solo se preocupan de uno de los elementos y, por ende, caen constantemente en el mismo problema o arrastran un histórico de errores y disconformidad al no tomar una acción presente y retroactiva.

Ojo que con todo lo mencionado no quiero decir que alguien sea inexpugnable. De hecho, el pensar en que un error no vuelva a ocurrir también da espacio a cuestionar si una persona es parte del problema y, por lo tanto, necesite ser capacitada.

Lo que finalmente destaco de trabajar en el Área de Desarrollo del Centro Tecnológico Ucampus es que tener la oportunidad de fallar nos permite pensar en amortiguar la caída cuando corresponda. Así podemos responder de mejor manera a las instituciones que confían en nosotros porque, cada día que pasa, la plataforma se vuelve más robusta.